Podríamos hoy en día afirmar que las consecuencias de la globalización imperante han desencadenado en una migración constante en el mundo entero, principalmente de países ricos en recursos naturales pero que, en esencia, tienen el mismo común denominador la desigualdad.
De alguna manera estas consecuencias conllevan a los países “civilizados” al verse amenazados por estas nuevas migraciones desmedidas en sus países ya estables, y aunque en su gran mayoría dependieron de los inmigrantes para alcanzar los altos índices de vida que hoy disfrutan a pensar en políticas nacionalistas, muchas veces populistas, alejadas del más mínimo respeto por los derechos del otro, que de hecho ya eran vulnerados en sus propios países de origen, y quizás también olvidando muchos de estos movimientos sociales de tercera o cuarta generación sus propios orígenes de hace apenas unos cuantos años atrás.
Estas luchas comerciales del momento entre, E.E.U.U., Europa y China si las miramos con sentido común a mediano plazo seguirán creando o aumentando la problemática de la desigualdad y por consiguiente la migración a nivel global. Sobre todo, de parte de los países Latinoamericanos y caribeños, debido a la dependencia de estos a las economías de dichas potencias económicas.
Ahora bien, ¿Qué debemos preguntarnos los inmigrantes latinoamericanos y del Caribe ante esta situación? Lo lógico sería pasar de una actitud de quejarnos por la ansiedad de ver a nuestros países, nuestras comunidades y familias sorteando las dificultades para enfrentar los procesos económicos, sociales, culturales, políticos y de polarización que afectan de alguna manera nuestra calidad de vida en los países que hacemos ahora de locales a la de reconocer que tenemos ciertos factores de poder que al desconocerlos nos impiden pasar de esa actitud equívoca de ser parte del problema a buscar soluciones concretas que permitan conectarnos con el desarrollo de nuestras comunidades de origen y que esa conexión nos permita al mismo tiempo desarrollarnos a nosotros aportando al desarrollo de las comunidades que nos reciben, cambiado de esta manera, los estereotipos adversos que tenemos en la actualidad. ¿Pero cuáles son esos poderes?
Empecemos por el tema de las remezas. Según muchos estudios, la inmigración y las remesas se han constituido en determinantes económicos en la gran mayoría de los países y hogares Latinoamericanos y del Caribe.
También debemos analizar el crecimiento demográfico; El cual nos da el poder de que muchos más ciudadanos al migrar hacia países desarrollados puedan ver y vivir de manera directa como viven estas comunidades y aprender de ellas como se organizan para sus propios desarrollos. Pudiendo de esta manera a través de vínculos de desarrollo con sus comunidades de origen crear mercados que ayuden en procesos coyunturales para el crecimiento sostenido y sostenible para ambos mundos.
Datos: https://www.aboutespanol.com/latinos-en-numeros-1771484
También es positivo el hecho de que los inmigrantes al no depender de las formas culturales de hacer políticas económicas y sociales en nuestros países de origen donde pulula la corrupción y los malos manejos administrativos, puedan aportar mucho en cuanto a los manejos de forma íntegra y honesta los proyectos que salgan de estas interacciones.
Por otro lado, debemos analizar las partes negativas en aras de conseguir los objetivos. Tales como: El desconocimiento de cómo funcionan las comunidades y países que nos reciben, los problemas legales y estructurales de los países latinoamericanos y del Caribe; para permitir que estos lazos comerciales se puedan crear sin tantas burocracias, las necesidades coyunturales que tienen las comunidades de origen para poder tener las facilidades de exportar sus conocimientos ancestrales, riquezas naturales y turísticas de formas organizadas, sin muchos intermediarios y el compromiso de los gobiernos para adecuar las necesidades que estas comunidades necesitan para establecer y/o facilitar el empoderamiento de sus propios desarrollos.
Todas estas propuestas deben ser basadas en el desafío y la necesidad inicial de que el inmigrante entienda de la necesidad de unirse a la idea o movimiento de que “Todo el desarrollo que busquemos alcanzar en las comunidades que nos reciben donde hacemos de locales de alguna manera deben estar vinculados con el desarrollo de nuestras comunidades de origen.