La “Tagua”, más conocida como nuez de marfil o marfil vegetal es la semilla de la palma Phytelephas macrocarpa, que crece en los bosques húmedos tropicales de la región del Pacífico, especialmente en Panamá, Colombia, Perú y en Ecuador nace en los bosques que rodean Manta, Montecristi y Portoviejo. Producto que hoy es utilizado para confeccionar bisutería artesanal, siendo muy valorados los abalorios de tagua para crear joyas exclusivas con un toque exótico y con muchas posibilidades para su exportación.
En Ecuador, la especie utilizada para la obtención de tagua es Phytelephas aequatorialis, que existe en la zona subtropical entre los Andes y la Costa especialmente en la provincia de Manabí hasta una altitud de aproximadamente 1.500 metros, sobre todo en la ciudad de Montecristi donde muchos extranjeros y ecuatorianos pasean en busca de figuras bonitas y baratas elaboradas con tagua. La tagua (harina de tagua) sirve como alimento para animales (ganado, cerdos, aves). Es de las pocas palmeras que guardan agua en el subsuelo, hasta por 50 años.
Para su uso en la artesanía, luego de la recolección de las semillas de tagua, éstas son preservadas usualmente por uno o dos años con el objetivo de secarlas, mejorando las características de la semilla para el proceso de torno o talla.
El producto ha tenido mucha demanda en los países del hemisferio norte hasta inicios del siglo pasado principalmente para producción de botones. Se estima que, en 1920, un 20% de los botones producidos en los Estados Unidos eran hechos de tagua, procedentes principalmente de Ecuador, Colombia y Panamá. La industria ha tenido un gran retroceso después de la segunda guerra mundial, cuando el plástico remplazó casi totalmente el uso de la tagua.